1»Nuestra vida en este mundo es de duro trabajo;
nuestros días son como los de un jornalero.
2Somos como los esclavos: solo queremos descansar;
parecemos asalariados: solo queremos que nos paguen.
3Pero en mi caso, ¿qué me ha tocado?
¡Meses de sufrimiento y noches de miseria!
4Me acuesto y me pregunto si volveré a levantarme;
se me hacen largas las noches, esperando el nuevo día.
5Mi cuerpo es una costra infestada de gusanos;
la poca piel que me queda huele mal y supura.
6Pasan mis días más veloces que una lanzadera,
y ya he perdido toda esperanza.
7»Dios mío, recuerda que mi vida es como un suspiro,
y que mis ojos no volverán a ver el bien.
8Los que hoy me ven, no volverán a verme,
pues cuando tú me mires, dejaré de existir.
9Como nubes que se van desvaneciendo
son los que mueren: del sepulcro jamás volverán.
10Jamás vuelven a su casa;
en su lugar de origen son olvidados.
11»Por eso no puedo quedarme callado.
Es tanta mi angustia y mi amargura
que tengo que dar voz a mi queja.
12¡Yo no soy el mar, ni un monstruo marino,
para que tengas que ponerme una mordaza!
13Cuando pienso hallar consuelo en mi lecho,
y que acostado atenuaré mis quejas,
14tú vienes y me asustas en mis sueños;
¡me llenas de terror con visiones!
15¡Preferiría que me estrangularas,
que me quitaras la vida!
16¡Aborrezco esta vida! ¡No quiero seguir viviendo!
¡Déjame ya! ¡No vale la pena seguir viviendo!
17¿Qué es el ser humano, que lo engrandeces,
y lo tienes tan cerca de tu corazón?
18¿Por qué lo visitas todos los días,
y a todas horas lo pones a prueba?
19¿Cuándo vas a dejar de vigilarme?
¿Cuándo vas a dejarme siquiera tragar saliva?
20Si he pecado, ¿qué daño puedo hacerte?
¡Deja ya de vigilar a los seres humanos!
¿Por qué te ensañas tanto conmigo?
¿Por qué me ves como una carga?
21¡Quítame esta rebeldía, y perdona mi maldad!
Así podré volver a ser polvo,
y si mañana me buscas, ya no existiré.»